Martes 28, esa
es la fecha. En tan solo 15 días Ferrol puede volver a vivir una jornada que
por los años que hace (más de seis) que ya no vive, podría resultar inolvidable.
Lo paradójico de esa circunstancia, está en que el día puede resultar imborrable
independientemente del signo de las nuevas. Es decir, si son buenas noticias,
pues por lo que ello va a suponer, y si resultan ser malas, pues por la prolongación de la agónica situación que se vive.
Bueno, todo esto, suponiendo – y puede que sea mucho suponer – que los
mejicanos dejen, de una vez por todas, de marear ya la perdiz. Ojalá el próximo
día 28 sea el comienzo de una nueva época de tranquilidad y esperanza en el
futuro, pero bueno, ya veremos. De momento, confianza ninguna.
19-09-2012. Firma "contrato" con Pemex |
Pero claro, mientras tanto eso no ocurra, lo que hay que decir es que la
situación que se viene viviendo en Ferrol desde Mayo del 2012 (cerca de dos
años ya) con los anuncios hechos, tanto desde el gobierno autónomo por medio
del presidente Feijoo como posteriormente desde el gobierno central, por medio
del ministro Montoro, es una situación insostenible. Y justamente eso, es lo
que hace que sea un poco inexplicable tanta calma, relajación y sosiego como se
está demostrando tener en toda la comarca.
No deja de llamar la atención
que en uno de los momentos – laboralmente hablando – más difíciles y delicados de
esta comarca desde el final de la Guerra Civil, la calma y la pasividad sean
las notas predominantes dentro de una situación que cada día que pasa se hace
más y más insostenible. ¿Qué habrá, si es que lo hay, que no sepamos y que pueda
justificar este acomodamiento sindical? A mi personalmente también me extraña y
mucho, la actitud de los trabajadores de la Bahía de Cádiz, acostumbrados como
nos tenían, a invadir el puente Carranza y a provocar alteraciones públicas ante
situaciones bastante menos complicadas como la actual. ¿Qué es lo que está
ocurriendo?
Ferrol fue, inmerecidamente,
durante muchos años considerada como una ciudad excesivamente reivindicativa, muy
conflictiva políticamente y por tanto, nada atractiva para el mundo
empresarial. Eso decían de nosotros. Que éramos una sociedad excesivamente
politizada (como si eso fuese algo malo) y además, que teníamos una cierta vena
huelguista que desaconsejaba cualquier inversión en la zona. No decían, nunca
lo dijeron, que lo que los trabajadores hacíamos era solo reaccionar ante las
provocaciones de los que cortaban el bacalao para defender únicamente nuestros
intereses. No, decían que éramos lo peor de lo peor. Pero, si efectivamente
éramos así ¿Dónde quedó todo aquello? Y no estoy diciendo que haya que volver a
las trincheras, claro que no, los tiempos han cambiado y ahora las cosas “también“ se combaten desde las mesas
de negociación, pero entre lo celosos que fuimos en defender nuestro puesto de
trabajo y lo que hoy se aprecia por las calles, creo que algo hay por medio que
se quedó por el camino y que yo no logro comprender.
¿Cómo es posible vivir un momento tan sumamente delicado y que los
sindicatos no den señales de vida? ¿Lo que se hizo y hace – aparecer esporádicamente
como el Guadiana – es pelear por todo lo que está en juego en esta comarca? Desde
luego que venga Dios y lo vea.
Claro que, si los sindicatos no
arman ruido con lo que les ocurre a millones de españoles, como puede ser con la
tasa de paro existente y dentro de ella con el paro juvenil; con los contratos
basura, de los que ya apenas casi nadie habla; con la vergonzosa subida del
0,25 % de las pensiones; con la increíble congelación de un salario que no
llega a los 650€ al mes ¡brutos! (el salario mínimo)… etc, etc, ¿Cómo van a
levantar la voz por lo que les ocurre en Ferrol a tan solo cuatro o cinco mil
trabajadores? ¿Cuántas veces se le escucharon declaraciones a Cándido Méndez o
a Toxo respecto a lo que le ocurre a Navantia? ¿Los hemos visto por Ferrol en
alguna de las multitudinarias manifestaciones que se hicieron últimamente? ¡Que
pena de sindicalismo!
En el preámbulo de la
Declaración Universal de los Derechos de los Pueblos en Argel en el verano de
1976, se dice: “Vivimos tiempos de grandes esperanzas, pero también de profundas
inquietudes”. Pues bien, aquí en Ferrol y ¡¡después
de casi 38 años!!, es de lamentar que tengamos que quedarnos tan solo con
la parte final de la frase. O tal vez, sea mejor refundirla y dejarla que diga: “Vivimos tiempos de profundas inquietudes
sin grandes esperanzas”. Así esta Ferrolterra hoy. Ciertamente hay quien
está fallando estrepitosamente y cada vez está más claro de quien se trata.
Jesús Varela
11 de enero de 2014
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